Muy poca gente responde encuestas desde el celular. Quizás haya que volver a lo analógico.
Los especialistas en márketing político están preocupados. Apenas el 40 por ciento de los argentinos, a días de las PASO, contesta encuestas telefónicas. Ni siquiera ofreciendo un pago simbólico la gente quiere participar de un focus group. Parece que tienen que regalar un electrodoméstico para que agarren.
Un poco porque soy una curiosa incorregible y otro poco -u otro mucho- porque soy periodista, yo suelo responder. Más que dar mi opinión me gusta pensar en la elaboración del procedimiento. ¿Quién preparó las preguntas y las opciones? ¿Qué dato oculto están buscando? ¿Cómo se hará la interpretación?
Ya la pantalla del celular me advirtió: Posible fraude. Igual acepté la llamada. Y cuando esperaba esa encuesta grabada con opciones interminables; o en el mejor de los casos esas palabras dichas mecánicamente, sin otro matiz que el ritmo que impone la repetición, me habló un muchacho.
Con humildad, casi con vergüenza, se disculpó por «robar unos minutos de mi tiempo». Dijo que seguramente yo estaba al tanto de los problemas de seguridad, economía y educación que padecemos. Tenía cierta dificultad para expresarse o era nuevo en el trabajo, así que medio lo ayudé preguntando de qué iba la cosa.
Quería saber si yo conocía las propuestas del candidato “x” con respecto a esos temas. Dije que no. Para mi sorpresa no me solicitó que contestara “unas preguntas” para calificar “de uno a cinco”. Solo me invitó a entrar en el sitio web de este político para leer sobre sus propuestas. Genios del marketing, es por ahí.
Graciela Baduel Clarín (Argentina)
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